1654 El canónigo austríaco Gunzinger de Oviedo a Covadonga y a Santo Toribio por Sotres.

  

Real Sitio de Covadonga

Viaje a Covadonga

Como dice el profesor Plötz, el canónico Gunzinger práctica una auténtica piedad, además de su adoración por el vino y el buen pan, y esta inclinación mística se manifiesta en su preferencia por los santuarios marianos y la adoración de la Cruz, que es parte de su naturaleza paralitúrgica, de ahí su viaje a Covadonga, de hecho, quiso en un primer momento visitar Montserrat, pero no le fue posible.

Tras cuatro días de descanso en la ciudad de Oviedo, el grupo se pone en marcha rumbo al Santuario de Covadonga, con la idea de ir luego hacia Liébana para visitar el monasterio de Santo Toribio.

Este fue un viaje que llevó a Gunzinger relatarlo de la siguiente manera: pasamos por Colloto y dos millas más adelante se encuentra e la villa de Pola de Siero, en un trayecto amenizado con la pertinaz lluvia.

Sí la idea era ir hacia Covadonga debería seguir rumbo Este, hacia Nava y las Arriondas, pero por alguna cuestión que el canónigo no explica, este vira hacia Villaviciosa sin más precisiones sobre el viaje o el recorrido escogido.

Tal vez querría ver las iglesias de Sariego, o el monasterio de Valdediós o las iglesias románicas de Amandi, o Villaviciosa, pero en su relato no aparece nada de todo ello, lo único que manifiesta sobre la villa maliayesa (Villaviciosa), es que los lugareños le «ofrecen una bebida de olor delicado y dulce, de olor parecido a la cerveza clara, la cual bebían con tubitos de pasta fina».

No sabemos si se trata de un jarro de asta de vaca, pues la sidra en ese tiempo se bebía a tragos largos, sin culetes, con escanciados muy cortos que caían desde grandes toneles de madera. Se bebía, pero sin abusar, y en general solo en ocasiones especiales, cuando las romerías y las fiestas de pueblo y las grandes reuniones en familia, y hasta hace no tanto, se bebía en pequeñas jarras o cuencos de barro, hacerlo en los vasos del vidrio, fue una moda que llegó en el siglo XIX.[1]

Pues esto, fue lo que más llamó la atención del prelado cuando pasó por Villaviciosa camino de Colunga, pues seguía echando de menos los chatos de buen vino, a los que en su periplo viajero por Castilla, alaba hasta la saciedad.

Las descripciones del viaje siguen en su tónica habitual, escasas y muy distanciadas y con pocas informaciones, más allá del comer y el beber y de vez anotar los jolgorios varios poco más hizo, aunque en lo referido al relato del tramo asturiano, hasta eso ese puede decir que fue escaso.

Eso es lo que hace que el señor canónigo de Wiener Neustadt, por las tierras de Maliayo no hablar del viejo camino de San Salvador de Fuentes hacia San Salvador de Priesca, pues no sabemos si visitó tales templos, o se fue por el recorrido de las ventas: la de Buenos Aires y del Pobre, rumbo a Llué y Colunga, donde vuelve a indicar que no encontró su deseado vino, sino más bien mosto de manzana, o sea más sidra,

Llegado a Colunga le faltaba cruzar el territorio de Caravia, tal vez de paso acercarse a la iglesia de Santiago de Gobiendes, pero nada dice al respecto, en todo caso tengo claro que  tenía como penitencia subir al alto del Fito, que no menciona como tal, más allá de  citar las altas montañas por las cuales sudó la gota gorda,  para descender posteriormente  hacia Arriondas, «por montañas altas y ásperas».

De su paso hacia Cangas de Onís, y del paso por tal villa no ha quedado huella alguna, salvo la referencia de las 2 o 3 millas a Covadonga, donde escribe que «hay una capilla santa extraordinariamente extraña, en una peña grande, muy ahuecada, y al mismo tiempo sobresaliendo, donde la Santísima Virgen [Santina] con todo derecho: Columa foraminibus Petrae Canticum, una paloma en cueva de piedra». [2]


Panorámica e la Cueva de la Santina

Realmente, lo que estuvo viendo el canónigo Gunzinger sería el llamado Milagro, que no era otra cosa que el encastrado de una capilla en la Cova Domine, sostenida mediante un tinglado de maderas, que fue un “milagro” no se viniera abajo en cualquier momento, aunque todo ello fue destruido en 1777. 

El docto Ambrosio de Morales en su trabajo Viage Santi, describe como estaba ochenta años de la visita de Gunzinger, la famosa Cueva y su ermita: «Para hacer la iglesia en la misma Cueva, porque el suelo era muy pequeño, encajaron en la peña vigas, cavando agujeros, los cuales vuelan tanto, sin ningún sostenimiento, que parece milagro no caerse el edificio, y de esto tiene temor quien mira de abajo. Quedó así el suelo parte de la peña y parte de esta madera, para hacer una iglesia más larga, no toda tuvo altura bastante, y hay covachas y otras entradillas, que no quisieron picar, a lo que yo creo, por dejar lo más que se pudiera de lo natural.

Hay forma de Capilla mayor con un arco labrado de piedra, y otro al lado, que parece hacer nave; mas todo tan pequeño, que, estando el sacerdote y el ministro en la Misa, no cabe ya más nadie dentro de lo que es la Capilla. Anchura tiene la iglesia, aunque desigual, y no conforme nada con el lado contrario, que es el de la madera; y porque si el coro estuviera abajo, ocupara mucho allá arriba lo repartieron bien con otro altar, porque que alcanza mal el abajo. 

Con esto hay en la iglesia Capilla mayor, con laterales, coro y algo a la manera de crucero. Esta iglesia dice que la labró el Rey D. Alfonso el Casto che Alfonso I) de la manera que ahora está, y que así dura desde entonces milagrosamente sin pudrirse la madera. Dios más que esto puede hacer; más yo veo manifiestas señales en todo de obra nueva, y no del tiempo de aquel rey. En el altar mayor está una imagen de Nuestra Señora, de obra bien hecha. Con esta imagen se tiene gran devoción en esta tierra, y se hacen en ella grandes romerías, y hay gran concurso el día de Nuestra Señora de septiembre y por ello se llama el Monasterio de Santa María de Covadonga. En el altar está siempre una cruz harto grande, de plata».

Luego se construyó la Colegiata de San Fernando, que albergó una iglesia con bóveda de crucería y coro desde el cual se accedía a la cueva, antes de construirse el túnel de acceso actual a la capilla de la Santina.

De Covadonga nuestro atrevido peregrino austriaco, sabemos que se fue en dirección a Cabrales, pero ignoramos si salió retrocediendo para tomar el Camino de los Francos, por la Riera hacia la aldea de Soto, para virar al Este, o pasó a Corao a través de la aldea de Isongo, hasta alcanzar el camino que se desarrolla por la depresión mesoterciaria en dirección a Puertas de Cabrales, el llamado Camino de los Francos y actualmente Camín de los Santuarios.

Puertas de Cabrales

Sabemos que se fue cruzando «senderos ásperos para después salir a caminos anchos y buenos metidos entre muros de avellanos con firmes más o menos arreglados hasta llegar paso por la Cruz de Raos antes de llegar a Puertas de Cabrales, mediante la andadura de 3  millas largas o 4 millas cortas, donde las gentes confortaron al buen clérigo de poder adquirir de todo lo necesario, el apreciado pan, y unos huevos, pero de ninguna manera obtuvo un cuartillo de vino, aunque eso sí todo ello casi que tuvo que mendigarlo, el bueno del canónigo parece ignorar donde está, y de la difícil supervivencia de los ganaderos cabraliegos, cuando su economía era más bien de subsistencia.

El camino hacia Arenas de Cabrales se le antojó a Gunzinger como un «sendero muy estrecho aunque no muy escarpado, aunque áspero,  o sea desabrido, donde apenas si los caballos y mulos podían adelantar», se supone que subió por la Rebollada hacia Ortiguero donde dobló hacia la Cruz de Raos, donde a  los arrieros les era permitido dejar a sus reatas sueltas para alimentarse y concluir en Puertas  de Cabrales, de donde se puede seguir valle abajo por la parte final del trayecto de Las Estazadas pasando por el puente del Golondrón.

Salvo que estemos hablando del Camino de los Francos, un trazado que desde Puertas se encamina por debajo de la sierra del Cuera para alcanzar el pueblo de Asiego y pasar a Carreña de Cabrales por la Llosa. No sabemos cuál fue el itinerario que escogieron o por el cual llevaron los espolique a los peregrinos.

En Carreña, lugar donde Christophorus no pudo agenciarse ni un pobre trozo de su apreciado pan, es de pensar que siguió hasta Arenas donde anduvo mercando sus producto preferidos; vino y pan, es de suponer que como casi siempre,  solo unas buenas mujeres por compasión le dieron unos cachos de pan, pero ni hablar de vino».

Desde aquí, al bueno Gunzinger todavía le iba a tocar lidiar con la etapa estrella de todo su recorrido, peregrino, donde por ejemplo el Cebreiro sería un juego de niños, pues el trazado que tomó, cruza r el río Cares, y encaramarse en la pindia ladera  del puerto de Portudera, para de este modo emprender, en la que anota en su diario «  subida en la cual no es bueno dar la chachara, sino prestar atención al camino, pues salían senderos por aquí y por allá, por donde bajaban los pastores con sus monturas,  ladera abajo como en los Alpes, hasta llegar a un camino ancho y empedrado, pero difícil que se extiende durante dos millas por la montaña».

Y no es descripción menor pues son unos 17 km donde el magister Gunzinger y sus acompañantes tenía que cubrir unos 1250 mts de desnivel.


Pastores cabraliegosbajando por el camino de Boulnes, con un enfermo, lo que da noticia de las dificultades de estos caminos y más aún en la Senda de Caoro.

En este tránsito el buen canónigo quiso más bien morirse, aunque salieron, dice una especie de ángeles, o sea «unos pastores que llevaban a la espalda pellejos de cabras o cabrito, cargados de leche «dándomela de buena gana y por amor cristiano y suficiente para refrescarme, -y así llegó a Sotres, - pueblo ameno, al menos desde fuera, y donde poco más que un trago de agua pudo conseguir, tan solo un alojamiento de paja en compañía desconocida». Parece desconocer el prelado alemán tras sus largo viaje por tierras hispanas, las singularidades de los caminos y en especial de la montaña asturiana, que nada tiene que envidiar a los Alpes.

En este caso, el trazado que el grupo de peregrinos tomó para subir a Sotres, no fue el camino que circula por la vera del rio Cares a Poncebos, para desde enclave por la canal de la Rumiada subir a Tielve y luego a Sotres, ya que, por las descripciones, muy escasa que aporta, me da la sensación que subió por la llamada Calzada romana de Caoro, que sí que está enlosada y por la cual transitaban los pastores cabraliegos en su continuo subir y baja de Portudera. En todo caso debía de ser toda una rareza encontrar a un canónigo austriaco acompañado de un par de peregrinos alamanes por dichos lares.


Llegado a Sotres apenas sí anota las condiciones en las que durmió, que no debieron ser las ideales para su gusto para salir al día siguiente a lidiar con el recorrido que atraviesa todo el valle de Áliva, en cuyo término encontró en el lugar de Valmayor la capilla dedicada a la Virgen de las Nieves.

Tuvieron suerte los peregrinos, pues en ese tránsito se encontraron con arrieros que provenientes de Castilla traían buenos vinos en los pellejos que transportaban sus monturas camino de la zona oriental asturiana, y aunque Chriftophorus les pidió le vendiesen un cuartillo no se lo vendieron, pues era mercancía ya contratada, pero sí que le «dieron, por amor a Dios, generosos tragos»  que le debieron saber a gloria, y a buen seguro que le rellenaron su  bota, siendo tan amante del vino como era, además de darle tambien un buen pedazo de pan castellano, que el magister agradeció en el alma.

Llegada la comitiva, pues Gunzinger nada habla  de sus acompañantes alemanes, a la fuente de Los Asturianos toman el camino de la izquierda que le lleva a la aldea de Mogrovejo, pero por alguna razón, tal vez quien le guiaba tenía suntos en Pembes, y en tan chica aldea se encontró el buen andarín austriaco,  con diversos autóctonos calzados con madreñas de tres tacos, y apunta en su informe «el hombre que vea las punteras de este calzado sin conocimiento de la naturaleza de tal calzado, va a especular mucho, y preguntarse qué huellas dejarían, en el duro y áspero suelo,  complemente desigual y a lo largo de toda la comarca». 

No obstante, ya desde Pembes, lugar donde se dice tuvo Beato de Liéban su scritorium a la llegada de las tierras de la mozarabía, pero nada de esto narra Gunzinger, a partir de aquí la calzada mejora pues baja al valle que riega el río Deva, y según él canónigo, «siguió mejorando poco a poco, incluso en algunos lugares ya había vino y otras mercancías según las necesidades, hay que cruzar por este pueblo campos floridos y bajar al val, subiendo y bajando luego hasta llegar a Santo Toribio; la villa [Potes] a una milla y media.»[3]

De Santo Toribio nos dice que el tal «Toribio expulsó por orden papal a los herejes priscilianistas y se recluyó como anacoreta, para vivir en absoluta penitencia, en una sencilla capilla muy constreñida a con un estrechita ventanita no muy diferente que a la de San Wolfgang», o sea que llegó a la llamada Cueva Santa.

En sus escuetas anotaciones explica el tema del Lignun Crucis como tal amuleto relicario, por cierto, en su relato no aparece para nada la figura de Beato de Liébana.


El viejo monasterio de Santo Toribio

Eso sí, deja anotado en su crónica, que tras ese gran edificio monacal de Santo Toribio estaba la hospedería, pero vuelve a quejarse de «que había poco pan y poco vino disponible, muy a diferencia del pequeño pueblo de Potes que tiene mucho pan y mucho vino tinto y fruta en abundancia y todo tipo de cosas».

Luego ya en la activa villa de Potes, el clérigo Gunzinger se subirá a su mula o asno, para superar desde Potes por Piasca todo el río Bullón por Vendejo, para cruzar el puerto de Piedras Luengas y de este modo entrar en La Pernía, camino de Burgos, pasando antes por San Salvador de Cantamuda y de Vañes.

Y aquí se acaba este relato sobre los andares del buen clérigo y mejor bebedor de vino Chriftophorus Gunzinger, canónigo Wiener Neustadt (Austria) que vino a postrarse ante Santiago, para luego presentar pleitesía al Señor en San Salvador de Oviedo, a la Santina en Covadonga y a los Toribios  en  el monasterio de San Martín de Turieno de Liébana.

Los relatos del periplo de Gunzinger los tienen en estos enlaces

  1. https://www.asturiasperegrina.es/2025/01/un-prelado-austriaco-en-1654.html? 
  2. https://www.asturiasperegrina.es/2025/01/1654-el-peregrino-austriaco-ch.html?

Victor Guerra

Audio de Un buen día para viajar en RPA a la carta, del sábado 25 de enero de 2025 https://search.app/gQ5vr99TAn1ezPKj9

[1] https://www.culturasidreraasturiana.com/actualidad/https-www-lne-es-mas-domingo-2022-02-13-sidra-regresa-barro-servia-bebida-62619046-html/

[2] Ibidem.

[3] Op. Cit. Peregrinatio compostelana.

Comentarios

  1. Buenos días en este capitulo hay un error no sé si intencionado o que es por falta de datos el 2 de octubre de 1998 en el IV congreso internacional de estudios jacobeos de oviedo el profesor plötz habla claramente de que pasa por villaviciosa día de orbayu llega al albergue del arbazal y le dan ese líquido que hablas pero lo llaman hidromiel yo que estuve hablando con el profesor plötz le pregunte si podría ser sidra dulce por las fechas, también dice que le dieron galletas un saludo

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  2. Estimado anónimo lector, no hay error intencionado de ninguna clase, en principio indicarle que los traductores como los introductores a las obras de diversos peregrinos a veces se permiten diversas licencias para darle cierto tono literario a los escuetos relatos que consignan los peregrinos o viajeros, como sucede con el relato de Gunzinger, que dice lo siguiente La Pola, 22 leguas, con tiempo lluvioso desde aquí por varios otros lugares. Villaviciosa 3 leguas... una bebida . O sea que Arbazal no aparece el texto original, por otro lado, ese mesón hacía poco que se había abierto, un poco antes de pasar el prelado Gunzinger, aunque lo normal es que como tal religioso y de tal importancia bajase a saludar al abad de Valdediós, pero nada dice de todo eso que comentaba el profesor Plötz, está claro que Gunzinger por algún lado bajó aunque puestos a especular lo lógico siendo Gunzinger un prestigioso canónigo sería camino de Boides, pero supongo que en ello tendría que ver tanto las indicaciones de los guias o espoliques. En todo caso esa nota del profesor Plótz como otros traductores e introductores me viene a la cabeza los que del Obispo armenio, se permiten las citadas licencias , y para sacarle de dudas Plötz de Luarca lleva a Gunzinger a Ferrera de los Gavitos, pero no sabe por donde va ( Camino de los Vaqueiros), pero él ese paso no lo conoce, es tanto así que desde Gavitos manda a Gunzinger a La Espina, y eso es imposible por qué el prelado se va para Mallecina, podemos sí va por el hospital de Faedo o por Biescas, pero está claroq ue va a Mallecina y que obvia Salas para irse a Cornellana. Espero haberle aclarado la duda, en cuanto a sí la sidra era natural o dulce , o hidromiel no sabría decirle , más bien me inclino por la sidra y más siendo Villaviciosa, y el mes en que pasa por Villaviciosa era agosto

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