ARRIEROS y CARRETEROS POR EL CAMINO REAL DEL SELLA.
Ilustración de Marisa Merino
Hablar de la Senda del Arcediano dentro del contexto del Camino Real del Sella es hacerlo con respecto a unos gremios muy desconocidos documentalmente en Asturias, como son los arrieros, o trajineros, y ya no hablemos de los viajeros o los peregrinos, pues digamos que estos últimos no eran conocedores del territorio y por tanto dependían de las genes del lugar y sobre todo en lo que respecta a las medias y largas distancias en donde campeaban por sus fueros los encargados de transportar mercancías y trajines de un lugar a otro, por tanto eran importantes conocedores de las singularidades de los caminos, y eran los mejores guias que podían encontrar los peregrinos en ese intento de entrar en los profundos parajes de la misteriosa Asturias.
Decía
que, en la región astur, la historia de la arriería, o sea los carreteros,
trajineros y acemileros es muy desconocida, salvo algunas excepciones, más bien
generalidades en cuanto a la existencia y desarrollo de este singular gremio
por los parajes astures y fuera de ellos.
Sabemos
que los vaqueiros de alzada se dedicaban al transporte de mercancías desde las
zonas marítimas hasta los límites de la región, teniendo conocimiento que
incluso bajaban hasta Madrid con sus vituallas, pero poco más.
Tanto
es así, que se puede decir que en Asturias pues carecemos de una bibliografía básica
sobre la arriería, e incluso nos falta un inventario sobre aquellos equipamientos
que dieron sustento a esta profesión, como fueron las Ventas, y como ya hemos visto,
en este mismo trabajo, en la frontera cumbral del Puerto de Pontón tenemos la
primera venta o alberguería en el llamado Camino de Campos, luego encontraremos
otra en los aledaños de la carretera N-625 la de Cobarcil, levantada, se supone
al calor de la nueva vía de comunicación como fue la N-625 que debió
promocionar a lo largo del todo el valle que riega el río Sella, incluido el
Desfiladero de los Beyos, alguna que otra Venta.
Foto de Víctor Manuel en Pindio, pindio.
Pero
no es de extrañar dicha situación, pues en el libro de los Arrieros y
Carreteros por los viejos caminos de Castilla y León,[1]
se habla de los arrieros de los Argüellos y hasta de los Vaqueiros de
Alzada, y se ignora por completo la existencia de la arriería en lo que
respecta a la Saliámica y Senda del Arcediano y los arrieros sajambrinos y e
amievenses, pese a los trabajos de la profesora Elena E. Rodríguez Díaz, que al
rescatar los archivos notariales de la Casa de Piñán de Cueto de Oseja de
Sajambre, desde 1526 hasta el siglo XX, ha sacado a flote los fondos relativos
a ese tránsito, y por cuyo motivo escribió un esclarecedor artículo, titulado: Carreteros
y arrieros de Sajambre. El intercambio de mercancías en la Montaña Oriental
leonesa (ss. XVI-XVIII).[2]
Sin
olvidar sus aportaciones constantes que dicha profesora d Catedrática de
Universidad en el Área de Ciencias y Técnicas Historiográficas de
la Universidad de Huelva y miembro de Número de la Real Academia
de la Historia y Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de
Oviedo en 1984, con Premio Extraordinario, y Doctora en Historia por
la Universidad de Oviedo en 1989. Vinculada a la Universidad de
Sevilla como Profesora Titular de Universidad a finales del año 1989 y a
la Universidad de Huelva desde su separación de la anterior en el año
1993. La cual desde Sevilla realiza dichos trabajos de aproximación a la
historia de Sajambre en el blog de Historia de Sajambre.
[3]
Seguiré
pues a dicha profesora y su arduo trabajo para dejar constancia de la presencia
de estos gremios acemileros y camineros por los caminos astures y leoneses, los
cuales fueron es acemileros desaparecieron a lo largo del siglo XIX, y después
les tocó el turno en los años los 40 y 50 del siglo XX, a los carreteros
sajambrinos en cuanto a su profesión «en tanto en cuanto era una práctica
residual basada en el trueque, una solución coyuntural producto de las
carencias de liquidez que sufrió la sociedad campesina durante la larga
posguerra española. Sin embargo, la documentación conservada de los siglos del
Antiguo Régimen habla de una realidad diferente y más diversificada que combinó
la carretería y el transporte con équidos de larga y media distancia a uno y a
otro lado de la Cordillera Cantábrica».
La
aparición de estos gremios vino de la necesidad de dotar a los diferentes núcleos
de diversas mercancías y productos, que iban desde el grano bien fuera trigo,
centeno, escanda etc, carnes, mantecas,….pasando por las herramientas y aperos,
y las diferentes demandas de trajines: telas, hilos y demás cuestiones textiles,
y las mercancías que desde los puertos marítimos subían hacia Campos, con
productos tan singulares como el aceite de ballena o los salazones, sin olvidar
otros productos tan curiosos como el almagre.
Dado
que los poblamientos residentes en la complicada orografías asturiana cercanos
a los puertos de montaña cantábricos y dependientes de una agricultura de
supervivencia buscaron un complemento a sus necesidades económicas, y que mejor
que la trata con animales, esencialmente con bueyes y caballerías: mulos,
caballos y burros (rocines) ideales para el transporte de mercancía, de hecho
fue esa «carencia endémica de pan lo que obligó a los habitantes a acudir
allende los puertos de montaña en busca de grano, ya desde antiguo. La mayor
parte de trigo, centeno y cebada que pudieron acumular procedían de sus
intercambios comerciales en Tierra de Campos y solo el maíz empezó a ser
producido localmente de forma suficiente en el siglo XVII».[4]
Hay
que pensar que lo mismo sucedía en las tierras astures con relación a Tierra
de Campos, aunque para nuestra desgracia nosotros no hemos tenido la suerte
de contar con una contingencia documental que nos explique dicho fenómenos como
sucedió en Sajambre, aun cuando sabemos que por ejemplo el núcleo de Corao era
un auténtico centro logístico en esa encrucijada de caminos: Camino del Sella,
Vereda de los Francos, Caminos, etc.
Todos
esos trasiegos son los que generaron una industria que utilizó un recorrido que
en este trabajo hago partir del Puerto de Pontón (1280 m), una vez se llega a
través de la Calzada Saliámica, y habiendo llegado a Pontón se descendía hacia
Oseja de Sajambre (754 m) atravesando varios puentes (todos de madera) sobre el
recién nacido río Sella, continuaba el camino hacia la localidad de Soto (950
m), ascendía al Puerto de Beza (1495 m), límite entre León y Asturias y, de
nuevo, descendía hacia el Principado de Asturias por la majada de Saúgu (1170
m) y el valle de Angón (800 m), cruzando los municipios de Amieva, Cangas de
Onís y Ribadesella.
Lo
cual hizo que ya en los tempranas épocas de Alfonso VI y Alfonso VII se
estableciera la necesidad de contar con un alberguería en Pontón (1229) que
años más tarde se acometería con el favor real el poder ampliar tal
equipamiento, dado que el trayecto entre la Saliámica y las tierras de Soto de
Sajambre eran bastantes favorables para los tránsitos incluso de carros
quedando la utilización de los caballerías al llegar a las tierras astures allá
en la frontera marcada por la portilla Beza.
Y
aunque las tierras asturianas eran más montaraces, eso no quitó que «existiera
en la majada asturiana de Saúgu un albergue u hospital ya el año 1563 que se
documenta como tal Venta en 1642, parece ser que Pedro Díaz de Oseja, arcediano
de Villaviciosa dependiente de la Iglesia de Oviedo, ordenó construir un
albergue y, posiblemente, la capilla de advocación mariana que existió en el
lugar. Tanto la hospedería, como la ermita siguieron activas en el siglo XVIII,
como lo certifica el Catastro de Ensenada del Concejo de Amieva y los
documentos de la Casa Piñán»[5]
LA REVOLUCIÓN SAJAMBRINA: LOS CARRETEROS
Ese
conjunto de necesidades trajo consigo la adecuación de las deficientes
comunicaciones romanas, digamos que hubo que actualizar los viejos trazados de
la romanización, si no se estuvieran utilizando como zona habitual con la Tierra
de Campos para dar por cumplida la misión de tener las necesidades básicas ya
fueran comestibles o equipamientos.
Está
claro que la documentación que tenemos aflora una labor entre el siglo XVI y
XVIII, aunque creo que ello ya venía desde muy antiguo, otra cosa es que las
nuevas demandas trajeran una nueva organización del sistema de transporte y la
aparición de nuevos productos y hubiera que cumplimentar de forma
administrativa tales demandas, y quien tuvo clara esa misión fueron los
escribanos y notarios de Casa Piñán que dejaron patente tales actividades al
menos en lo que respecta a Sajambre.
A
esta nueva demanda de transporte de mercancías varias se unió un hábil religioso,
que pleiteó de largo por el curato de Oseja, pues tenía clara ya de aquella su
proyección, al cual una vez obtenido el cargo se dedicó por entero al proyecto
de aderezar el Camino a Campos, que ya desde pequeño a buen seguro que ya había
asistido a rudimentarios transportes con rocines entre Asturias y León, y
cuando puedo, tanto en vida como ya fallecido, se dedicó a llevar adelante la
adecuación del trazado entre Angón y Pontón.
Abrió
caminos medio cerrados, cuidó los firmes mediante la instalación de adosados,
lo que permitía el uso de carros, esa fue la revolución sajambrina, o sea la
popularización en la utilización de los carros que se fueron adecuando a las
necesidades de la traza, y sobre todo hacer partícipe de ese nuevo filón
económico a la mayoría de la familias sajambrinas, de tal manera que la mayoría
de ellas contasen con un carro de Campos que era tirado por bueyes,
siendo dichas familias los propios conductores o bien alquilaban mano de obra para
ponerse al frente del conjunto de carros y bueyes, ya que había al menos un
carro de estos por cada casa.
Este
trasiego de carros, tuvo su interesante campo de acción, ya que se les
encuentra en toda tierra de Campos, libres de «molestias y vejaciones»[6]
mediante diversas regulaciones, como la provisión de Felipe II de 1594 para
poder transportar por toda Castilla el famoso grano de trigo , para lo cual los
carreteros sajambrinos hacían dos viajes al año a efectuar uno en junio, por San
Juan y otro en Septiembre por la fiesta de San Miguel, llegando a celebrarse un
tercer viaje por San Martín ya metidos en Noviembre, y a cuyos viajes
concurrían diversos carreteros y carretas
La participación femenina en la actividade de los carreteros
Estas contaban con bastante apoyo de mano de obra para conducir y dar apoyo a las carretones en su tránsito, estaba el llamado en otros lares el “operador encargado de reparar todas las averías que sufrieran las carretas o carros, roturas, desperfectos y daños en el uso normal o en accidentes imprevistos. Luego estaba el pastero», con su ayudante, era el encargado de buscar pastos y dar el pienso a los bueyes o al ganado que iba en la cuadrilla carretera; así mismo era el encargado de dar el agua y de vigilar durante la noche sobre el ganado; uncía y desuncía las yuntas, cuidaba de los aperos, yugos, coyundas, así como de la intendencia, y los «gañanes» que cubrían los servicios de carga y descarga y lo que se les encomendara, digamos que todas estas labores estaban por lo general a todo Sajambre implicado, no estando exentas en estas tareas la mujeres.
Esta nueva o remozada industria se la puso coto haciendo que tanto Soto como Oseja se convirtieron en auténticos centros de acopio de mercancías, lo que significó una nueva concepción dentro del transporte, y por tanto dadas la estructuras camineras y carreteras se estructuró toda una legislación en cuantos a los viajes y los trasiegos, lo que no evitó que Sajambre se convirtiera en una auténtica sede de rentistas, en función de la compra de productos y excedentes, en la cual participaban las familias más pudientes que además ocupaban los puestos claves en la administración pública y privada de Sajambre: Comisarios e Inquisidores,, Notarios y clérigos, etc.
La
actividad tradicional que no estaba sujeta a tanto control, en el fondo eran
minucias con respecto a los carreteros, eran aquellos que utilizaban las
caballerías (los acemileros) los cuales no tenían tales restricciones, pues se
acarreaba la mercancías mediante sus caballerías (entre dos y siete animales )
en general compuestas por rocines, «se conoce también el alquiler diez reales por
de un rocín que se trajo de Parres cargado de castañas y maíz en 1672, también
se documentan caballerías mayores, con buena de recua y con sus aparejos para trasegar
pan y vino bien arreados. Estos arreos se componían de albardas, mantas,
mantillas, cinchas, sobrecargas, pellejos de echar vino y costales para pan con
sus cabezadas».[7]
Preparando los rocines
E
incluso la labor de esos acemileros llegaba hasta el propio invierno gracias a
la espala de nieve, lo que permitía limpiar de nieve los caminos acudiendo
todos los vecinos de Oseja y Soto, acudiendo cada uno a su tramo mediante
llamada a Concejo, y permitiendo de ese modo los tránsitos y bastecer
los mercados de pescado o el grano bien fuera en la zona costera o en la meseta
y viceversa, eso sí teniendo que pagar los usuarios (acemileros) de la traza el
derecho de buelga a los vecindarios, en este caso Soto y Oseja por
mantener expedita la traza de la Senda del Arcediano, hay que tener en cuenta
que hubo momentos que se multaba a aquellos establecimientos que presentaran
por más de tres días desabastecimiento de productos.
Víctor Guerra
Audio de la RPA. UN BUEN DIA PARA VIAJAR
Excelente artículo que se adentra en el desconocido oficio de la arrieria por los caminos dificultosos de Asturias. Escribía el sabio cura de Vega de Aller , Valentin de Lillo, a finales del s. XIX, que por el camino real pasaban los carros del país que transportaban por el puerto de San Ididro los pellejos de vino procedentes de La Nava.
ResponderEliminar