Oviedo, Centro y Origen de los “nodos” peregrinos

 

Un actor caracterizado como peregrino, en la plaza de la Catedral de Oviedo. LNE

Prolegómenos

Desde un primer momento la estirpe visigoda asturiana  tuvo claro que la región donde se había establecido debía ser el centro de su visión política, y así lo  fue materializando mediante la implantación de su capital en varios  lugares primero fue Cangas de Onís, luego Santianes de Pravia hasta concluir en Oviedo, que finalmente fue donde se consolidó el proyecto de dicha estirpe y  cuya unión de lo religioso y lo político en una unción extrema  dio como resultado la fundación de la catedral de San Salvador de Oviedo y en ese sentido  Alfonso II supo aprovechar el momento para comenzar a sentar las bases del que se convertiría en uno de los centros clave de esa genuina cristiandad que se empezó a dibujar a partir del siglo VIII.

Se nos quiere vender ahora entre historiadores, estudiosos y mediando en ello los políticos, la idea de Alfonso II, como el «monarca que favoreció la importancia del culto jacobeo tanto con privilegios de tipo económico y eclesiástico como en donaciones de valiosos objetos».[1]

Cuando en realidad Alfonso II hay que dejar claro que cuando va a Iría Flavia, allí deja un modesto presente, y cuyo lugar sale, como diría el otro, con el rabo entre las piernas, en tanto que lo que se dio en Iría Flavia se quedaba en tal lugar, pues es lógico pensar que las intenciones del monarca era llevárselo a su capital, a su nueva acrópolis, a Oviedo.

De ese inusitado y poquísimo documentado viaje, terminó capitulando ante el Obispo Teodomiro y los cortesanos gallegos a modo de una encerrona, o sea el reconocimiento de la Inventio, para lo cual condescendió a dejar la construcción de una capillita de barro, pues su voluntad no debió dar para más, y encima todo ello se cerró con la firma del «Fuero de las 3 Leguas», o sea el compromiso de lo que hubiera en Iría Flavia se queda en Iría Flavia, y nadie tocaría una sola piedra.

Esa parece ser la realidad,  otra cosa distinta es la pompa que adorna la cuestión alfonsina en la Gallaecia como un acto importantísimo, y debió serlo, no le quito su importancia, aunque es de suponer que  si tal viaje y hallazgo hubieran tenido tanta entidad  es de suponer que hubiera sido fruto de los escribas de aquellas calendas, y que esto estuviera por tanto reflejado en las crónicas cristianas y musulmanas bien de aquel momento, aunque de la época apenas nos han llegado una media docena de documentos, aunque también podría haber sido tal cuestión fruta de la narrativas posteriores, y sin embargo tampoco eso fue así.

Por tanto, ese «soplo de aliento para la monarquía asturiana, que vio en la figura del Hijo del Trueno y su patronazgo, una protección divina para acometer con fuerza la tarea de la Reconquista. Este apoyo divino forja un vínculo entre la corona y la basílica jacobea» que nos presenta la historiadora Ana Pérez Varela de la Universidad de Santiago de Compostela, no es real, al menos en tiempo de Alfonso II, porque además dicho rey fallece en el 824, pocos años después del descubrimiento de la revelación por el obispo Teodomiro del hallazgo de Iría Flavia.

Eso sí no es menos cierto que quien reforzará dicha proyección jacobea es el rey Alfonso III, y desde luego, van a ser los reyes ya ubicados en la corte de León.

Por tanto, esa ligazón que se hace de Oviedo con Santiago, hay que situarla de forma correcta, pues esa no se da como se nos quiere pintar, y con la fuerza que se quiere imprimir hasta el siglo XII.

Oviedo y el cordón umbilical de los hitos salvadoreños.

Por tanto, me hace mucha gracia la novedosa campaña ovetense de Oviedo Origen del Camino, y que esta se ligue a Santiago a través del Camino Primitivo, del cual como ya he dicho desconocemos casi todo: fechas del viaje, participantes, itinerario, pero en cambio somos capaces de recrear esa virtualidad histórica y revivirla como actual, me pregunto al respecto qué no hará la clase política para llevarse el gato a su corral.

Oviedo debería revindicar ese origen, pero no del Camino Primitivo, sino al contrario de los Caminos, pues formó parte de la articulación de los primigenios caminos prerrománicos, esos que tuvieron como advocación a San Salvador, y punto de ese nodo salvadoreño fue la catedral de Oviedo dedicada a San Salvador.

Muchos fueron lo caminos que se abrieron y se reutilizaron para llegar a la capital del imperio visigodo,  por un lado los caminos provenientes del Este, bien por las tierras o los mares la costa asturiana y visitar bien San Salvador de Celorio o San Salvador de Moru, o entrando  por entre las sierra y brumas interiores para visitar San Salvador de Abándames y ganar por la traza romana de Jana, a la cual también llegaban los caminos de Trasmiera, desde San Salvador de Cantamuda, para seguir Por San Pedro de Villanueva  y los diferentes monasterios de la depresión mesoterciara  que marcan Villamayor y Nava, ya camino de Oviedo, si llegaran por la rasa costera habrían pasado antes por San Salvador de Priesca, luego  San Salvador de Fuentes recalando en San Salvador de Valdediós.

Por otro lado, ahora que se quiere oficializar uno de los variados caminos alleranos, en concreto el de San Isidro, esto nos sitúa ante un par de inputs tan importante como San Salvador de Bezanes bajando por Tarna desde San Salvador de Burón en tierras leonesas, y si se fueran buscando mejores trazas por la calzada del Curueño se ganaría el puerto de Vegarada para pasar más adelante por el enclave de Cabañaquinta donde hallamos San Salvador de Cabañaquinta.

Todo esto no puedo ser una casualidad, o si lo es se repite una vez más, al realizar al venir por el Camino de Pajares, desde San Salvador de Cabanillas a San Salvador de Mieres y postrase finalmente ante San Salvador de Oviedo.

También de la costa central asturiana se llegaba a Oviedo desde San Salvador de Perán o San Salvador de Deva, aunque queda por averiguar cual sería el trazado histórico de los flujos camineros por todas estas latitudes.

Sí venimos por el Occidente, de nuevo los San Salvadores nos van a marcar los flujos camineros, San Salvador de Cabrillanes nos da paso hacia otro punto clave de reparto de flujos de los que hablaba Jesús Arango en su artículo sobre los nodos, en el diario La Nueva España del 7 de noviembre del 2021, Oviedo el gran nodo de las rutas jacobea.

Pues bien, desde la alta frontera astur leonesa que marca Cabrillanes se baja bien  por  el puerto de Ventana, pasando por San Salvador de Alesga, o bien pasando no tanto por la famosa Mesa sino por su poblado valle, el Saliencia, donde hayamos San Salvador de Éndriga para ganar finalmente el gran monasterio de  San Salvador de Cornellana, historia la de este viejo monacato junto a la del importante monasterio de Santa María de Lapedo en Belmonte, que aún resta por desarrollar.

En esa misma zona central de Asturias haciendo raya con el occidente, tenemos San Salvador de Ambás en Grado y camino de Candamo hacia la vieja capital asturiana de Santianes de Pravia

Luego quedan por dilucidar todos esos otros San Salvadores repartidos por el occidente asturiano, San Salvador de Orrea, San Salvador de Valledor, San Salvador de Grandas de Salime, San Salvador de Naraval, todos ellos hilados al calor de viejos monasterios, casi todos ellos desaparecidos y que marcaron las trazas camineras del suroccidental astur, sobre algunas de ellas se trazó el Camino Primitivo.

También la costa marcó con hitos salvadoreños su trazado, pues desde el Oeste viniendo por el hoy llamado Camino del Norte, con hito salvadoreño tenemos San Salvador de Abres, o san Salvador de Tol, sin olvidar San Salvador de Belén, seguidos de otros inputs como San Salvador de Piñera o San Salvador de Salave.

Nos quedan otros inputs salvadoreños que marcan trazados que debemos estudiar detenidamente como San Salvador de Naraval, San Salvador de Cibuyo, San Salvador de Brañalonga o San Salvador de Berguño.

Si a esto añadimos la presencia de una incipiente red de alojamientos peregrinos que arrancan con las donaciones que indica el manuscrito Fakilo, que recoge aportaciones desde 793, más aquellas que añade Vicente José González García, ello nos deja ante unos sesenta y seis alojamientos repartidos por toda la geografía asturiana durante casi qué ciento ochenta años, en los cuales el Camino Jacobeo, no estaba articulado y donde Oviedo y su San Salvador era el importante nodo peregrino y caminero, por tanto creo que debemos mirar a Oviedo como centro de toda ese conjunto de flujos, camineros y peregrinos, más allá de lo jacobeo, sin que por otra parte, ello suponga perder un ápice de importancia.

Lo cual nos obliga a repensar la historia de Oviedo como centro y origen de las peregrinaciones.

Victor Guerra

 [1] En la Crónica Iriense se relata la visita de este rey a Compostela, a donde viajó a venerar las reliquias del Apóstol recién descubiertas y a agasajar «al santo lugar con muchos dones y joyas». Filgueira Valverde, José, El Tesoro de la Catedral de Compostela. Bibliófilos Gallegos, 1959, p.6

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