LA PRERROMÁNICA RED HOSPITALARIA EN LA ASTURIAS PEREGRINA (I)
En general muchos historiadores hacen arrancar la historiografía jacobea a la par del desarrollo de la red hospitalaria y alberguista, al menos en Asturias como si ambos fenómenos tuvieran un desarrollo coincidente en el tiempo y en espacio, lo cual no deja de ser un espejismo, pues cuando uno examina detenidamente la documentación existente encuentra ciertos desajustes, sin que los autores o ponentes de tales trabajos nos expliquen el porqué de esta situación, en muchas ocasiones tratan el tema empezando su narrativa en el año 850 pero enseguida dan un estrambótico salto, para llevarse el agua a su molino y terminar desarrollando la hospitalidad del siglo XI, que es lo guay..
Es
muy común al respecto encontrar cuando se relata un Camino, que se indique la
existencia de un albergue o alojamiento hospitalario como parte de la trama
jacobea, y en algunas ocasiones, pues se da la circunstancia que dicho equipamiento
viene de tiempos atrás, pero nada se dice al respecto de esa situación, aunque
es verdad que la documentación de la Alta Edad Media asturiana brilla por su
ausencia y nos deja ante muchas incógnitas y por ese motivo se producen ésos saltos históricos
Pero
no deja de ser una realidad, el encontrarse ese continuo empeño en hacer coincidir casi todos esos acontecimientos con el desarrollo jacobeo, lo cual hace que perdamos de
vista muchas cuestiones históricas, dando pie a la creación de una serie de tópicos muy comunes en el seno de la historiografía o divulgación jacobea.
A
este respecto hay que indicar que esa labor generalista que se realiza, entre divulgadores y estudiosos trae consigo que se deje fuera,
por ejemplo, el amplio conjunto de advocaciones representadas en los
edificios religiosos dedicados a San Salvador, que en su mayoría están
circunscritos a equipamientos monacales, y construidos por lo general en fechas anteriores a la inventio
Sancti Jacobi, sin que a nadie le llame la atención esa situación y que
podemos definir como pertenecientes a la era prerrománica asturiana.
En este mismo
sentido, comentando con mi amigo Francisco Contreras Gil, que de ninguna manera
su Camino Aragonés era más antiguo que los diversos trazados asturianos, ya que
su antigüedad viene sustentada por la creación de una red peregrina que tenemos
como definida documentalmente a finales del año 700, que se iba implementando
mediante una importante red de equipamientos hospitalarios; este importante
divulgador aragonés me decía que eso era imposible.
Esta opinión de
Contreras y la de otros divulgadores, deviene en parte de la intensa
tergiversación histórica de querer narrar los hechos como si estos hubieran
sido parejos al fenómeno jacobeo, y con la intención por lo general de
facilitar su comprensión, y lo que al final resulta de ese simplismo
historicista es que hay mucho trampantojo histórico de por medio.
Por eso, en lo
relativo a esa antigüedad del hecho peregrino asturiano, puedo decir sin
ambages que este va más allá de la cabalgada del Alfonso II el Casto para ver
qué pasaba en los confines de su reino, allá por el 830 en Iría Flavia.
La consideración que
afirmo acerca de esa antigüedad y existencia de una red peregrina en
Asturias de carácter prerrománico deviene no de opiniones más o menos
subjetivas, sino de revisar a su vez la documentación sobre el nacimiento y
desarrollo de la red hospitalaria altomedieval.
Como premisa indicar
que esta red de hospitales en líneas generales se la suele conmutar como
ligada a lo jacobeo, y este es un hecho que no puede ser real, al menos en toda
su dimensión, puesto que en los finales del siglo VIII ya existían, al menos
documentalmente en el territorio astur, donde había equipamientos dedicados a
dar asistencia y recoger a los peregrinos y vagantes, viajeros y demás ralea,
sin que sepamos su exacta cuantía, debiendo indicar que el
paso y llegada a Compostela de peregrino por Asturias con cierta
asiduidad no parece comenzar hasta mediados del siglo X, y tal como a expresado el
historiador Fernández Conde «en el primer tracto histórico de esa selecta
nómina no nos topamos con el nombre de ninguno que haya transitado por el
occidente de la región asturiana, camino de las tierras gallegas del Apóstol».[1]
Pero sí que tenemos
el conocimiento de una infraestructura hospitalaria que fue en aumento a lo
largo del territorio astur, sin que conozcamos su definición exacta pues se
habla tanto de hospitalem, domun hospitalem, domen elemosinaria, hospicium o
albergueriam, tampoco conocemos su estructura, ni por supuesto
su organización tan solo tenemos una reseña de la existencia de algunoa
establecimientos que nos muestra el citado documento Fakilo.
Aunque
no es menos cierto, que después de la Inventio, acaecida sobre el
820-830, año arriba o abajo[2], y
tal como expone el Marqués de Villanueva, en el reino astur este se
«piensa mucho antes de sumarse por entero a un fenómenos
de popularidad incontenible además de extraregnícola, surgido al
margen de su proyecto político y en competencia virtual
con éste», [3] pues
los reyes astures tienen su propio proyecto para su territorio en lo político,
en lo social y en lo religioso.
Si embargo es cierto
que sobre el año 950, Asturias sufre un importante aumento en cuanto al
levantamiento de ermitas e iglesias dedicada a Santiago, pero ese crecimiento
no es parejo en cuanto a los alojamientos hospitalarios,
y es innegable que el tirón de Oviedo y Santiago unidas por ese cordón
umbilical de la peregrinatio es la que debía conllevar ese
aumento, pero se da el caso que esa red ya venía de tiempos
atrás, aunque no se puede negar que esa corriente jacobea conlleva
que en el siglo XVII Oviedo, ella sola como diócesis ya contase con 44
hospitales.[4]
¿Pero qué pasa en
Asturias antes de la Inventio …?
Será el
investigador Vicente José González García, quien nos aporte una serie
de anotaciones historiográficas y documentales que debieran hacernos repensar
gran parte del trabajo realizado a la hora de algunas dataciones y hechos
históricos en cuanto a su explicación en el seno de los estudios sobre la
cuestión jacobea.
Dicho autor advierte
que ni «Ni los medievalistas ni los jacobitas o estudiosos del camino deben
jugar con la historia, ya que por encima de los intereses particulares está la
verdad histórica unida a los Alfonsos: II, III, IV, V y VI; a los Ramiros: I,
II y III; a los Ordoños: I, II, III y IV; a los Sanchos, a los Vermudos, etc.,
de los cuales no se puede separar. Sin ellos no puede existir en el siglo xii
la «excelentísima ciudad de Santiago», amurallada, con siete puertas (una la
«francígena»), ni santuario con diez iglesias, ni cuatro monasterios con sus
hospitales, ni 72 canónigos con sus beneficiados, ni caminos de peregrinación,
ni los puentes citados por el obispo don Pelayo de Oviedo…o pretexto de
fundamentar una historia jacobea, no se pueden derrumbar los fundamentos
tradicionales y arqueológicos en que esta queda basada. La intriga no puede
destruir una historia multisecular».[5]
Se ha especulado
mucho dirigiendo ese artificio intelectual al Camino o Caminos
jacobeos, haciendo ver que todo ello debiera girar en torno a tal cuestión,
olvidando premisas históricas que explicarían mejor hechos que se han dejado
atrás, como por ejemplo que Oviedo jugaba dentro de la primigenia estirpe
visigoda asturiana, como ciudad y como territorio, el que esta pudiera ser la
cabeza de un Imperio desarrollado en base a la estrategia de
los Alfonsos, de los Ramiros, y los Ordoños, cuya pretensión no era otra que
contar con una ciudad que diera sentido a su naciente imperio
visigodo, uniendo religión y poder, lo cual se representa muy bien por una
edificación mítica y hasta mitológica, con mucho peso y proyección,
como es la advocación de San Salvador en su catedral, la de Oviedo, que fue
parte de esa conjunción del poder real y la religión, ese axioma de «Omnemque
Gotorum ordinem, sicuti Toleo fuerat, tam in eclesia quam palatio in Ovetao
cuncta statuit» (Crónica Albenda).
En el siglo VIII por
los diferentes trabajos historiográficos sabemos que el Norte de la península
no fue un territorio aislado, se tienen muchas noticias acerca de los no
fáciles descensos y accesos hacia Asturias, tanto desde la
de Santillana como de la Tramontana, y por tanto se ha de indicar que esa
trabazón ha tenido mucho que ver las vías romanas.
Estas cruzaron de Sur
a Norte y de Este a Oeste la región, y por tanto fueron quienes dieron soporte
caminero a las posteriores rutas de arriería, a los caminos peregrinos fueran
estos jacobeos, o salvadoreños muy ignorados estos últimos por estudiosos e
historiadores, y que hoy revindicamos como rutas peregrinas del prerrománico
asturiano y denominadas como Veredas de San Salvador.
Esos Caminos que
todavía no se han definido ni estudiado, pese a su presencia y antigüedad y que
desde antaño jalonan pasos y pasajes, no solo dentro del
territorio asturiano, el cual cuenta con no menos de sesenta
emplazamientos religiosos dedicados a San Salvador, sino que
además encontramos estas viejas advocaciones jalonando diversas vías, ya
desde los mismos Pirineos San Salvador de Roncesvalles o San Salvador de Leire,
pasando por la meseta castellano-leonesa con San Salvador
de Oña, pero también por las tierras palentinas y por la extensa región gallega
encontramos no solo iglesias sino viejos monasterios con el de San Salvador de
Asma del siglo IX en Monforte…
Nadie en el campo de
la historia religiosa ni jacobea da explicación a esta proliferación de viejas
advocaciones que como digo en general están unidas a primigenios e incluso a
consolidados monasterios, cuya memoria se ha marginado o aislado de contextos
generales, exaltando por ejemplo las advocaciones religiosas dedicadas a
Santiago que por lo general son muchos más modernas y sobre todo ligadas a
ermitas e iglesias.
Y ya no hablamos de la
cuestión de la ortodoxias y heterodoxias dentro de ese territorio del Imperio
astur visigodo, lo que nos remitiría a otras explicaciones y a comentar
largo y tendido las creencias religiosas en ese amplio territorio astur, sin
olvidar la presencia y función por ejemplo de Beato de Liébana por
estas tierras, llevando y enlazando con los Francos a través de
Alcuino de York y la corte asturiana en post de una cierta ortodoxia religiosa,
la cual siempre estuvo planeando sobre un territorio bastante priscilianista y
herético, problemática cuyo fondo no dejó de estar presente en la articulación
del Camino Francés por medio de la actividad de los cluniacenses, y su empeño
en marginar a ambos lados de la marca franca del Camino Francés, las otras posibles
creencias y la intensa labor para borrar de la memoria gótica en pro de la
reforma gregoriana.
La prerromana red
hospitalaria asturiana
Dejando de lado estos broncos y borrascosos temas que
en parte explican de forma lógica algunas cuestiones históricas de hondo
calado, digamos que lo que aquí interesa es exponer y explicar la existencia de
una red hospitalaria de origen prerrománico en Asturias.
El historiador Vicente José González, que trabajó
desde 1957 en el famoso Testamento Fakilo,[6] fechado
en julio del 803, nos deja encima de la mesa que en Asturias y los territorios
aledaños ya desde el año 793, o sea bajo el reinado de Alfonso II había
una serie de hospitales, ignoramos su composición y conformación y
funcionamiento, los cuales están repartidos por la región asturiana, y
que este primer momento pues se encuentran por ejemplo en el monasterio de
Libardón (64), otro en Camoca (56), más los de Lué (64), Fano (64) y
Colunga (64), citando también otro, equipamiento en Liébana. (los números entre
paréntesis corresponde a los concejos asturianos en que se hallan ubicados, y
cuya tabla de encuentra más abajo).
Es de suponer que
debiera de haber más establecimientos , el citado documento Fakilo abre
la serie y solo recoge algunos o sea aquellos que están relacionados con los
asuntos oficiales relacionados con la corte, los cuales son
recogidos hasta el año 803, lo curioso de estos establecimientos es que parte
de ellos son coincidentes con otros ejes camineros y no tanto relacionados con
los jacobeos; por ejemplo el Monasterio de Libardón, que no está en el futuro
eje jacobeo que posteriormente se configura, sino con el eje, o
ejes que cruza la región asturiana de Este a Oeste, y que jalonan en
aquellas época otras trazas camineras como son las Veredas de San
Salvador.
Aunque en este caso,
el Monasterio de Libardón, como tal emplazamiento puede tener más que ver con
la famosa vía que viene del Puerto de Tarna, o sea de la meseta, o sea la gran
calzada del Esla, la Saliámica, que con el futuro eje jacobeo de los Francos,
ya que su posición como monacato estaría más relacionado con los pasos de la
Cordillera Cantábrica que por diversos ramales dan acceso a la Asturias
central.
En el caso de
Libardón se me ocurre que pudiera haber sido parte del eje que se conforma de
Sur a Norte, bien mediante la calzada que desde Tarna o el Puerto de las
Señales, o sea por Wamba y la Felguerina enlaza con el Camino Real del Sellón
(GR-102)[7] yendo
hacia San Juan de Berbio (Piloña) virando luego hacia los puertos marítimos de
Ribadesella o Lastres por el Alto la Llama pasando por Libardón.[8]
La otra posible vía
de penetración hacia Libardón pudiera ser la que viene desde San Salvador de Burón
y llega al pueblo de La Uña para virar al Norte y atravesar el fácil puerto
de Ventaniella, cruzando el actual concejo de Ponga camino de la
collada Moandi y subiendo a Fontecha, para de este modo bajar por todo el
concejo de Piloña hacia la localidades Villamayor o Sevares, y desde
su emplazamiento en el valle y penetrar así por Libardón hacia Colunga y el
puerto de Lastres o Tazones.
No dejan de ser
elucubraciones aproximativas, pero hasta ahora se han hecho nulas
aproximaciones acerca de los equipamientos hospitalarios y religiosos (iglesias
y monasterios) y su relación con los ejes y flujos camineros y su papel en
ellos.
En este sentido no
dejan de ser curiosa e interesantes las menciones también de lugares como Lué,
Fano y Camoca, lo cual nos da pie a estudiar otra posible articulación de redes
camineras como la Vía Agripa, con un puente En el lugar de La
Llomba,[9] o
sea situado entre Lué y la Rasa o Castiello Selorio)
El citado
testamento Fakilo no aporta más noticias de fundaciones de
hospitales, hasta que el trabajo del historiado ya citado empieza entresacar de
distintas documentaciones de la catedral de Oviedo.
Después unos cincuenta
y cuatro años más tarde, en el 847, bajo el reinado de Ramiro I se citan un
hospital en el lejano Monasterio de Hermo, (Cangas del Narcea) pero muy ligado
a la caminería ya de origen romana, que enlaza los valles de Babia y Laciana
con el gran valle del Narcea y los posteriores ejes camineros jacobeos como el
llamado Camino Primitivo, por las tierras de Celón donde también hubo un
monasterio.
Luego ya se habla de
Santillana y Trasmiera, sin embargo diez años más tarde en el 857,
reinando Ordoño I aparece una importante nómina de hospitales, que algunos
historiadores han corrido prontamente a ligar con el fenómeno jacobeo, así
tenemos establecimientos de ayuda y socorro al peregrino en el Naranco (44),
Argüelles (51), Andallón (37), Solís: Santa María y San Vicente (42),
Castrillón (35), monasterio de Quiloño (35), Aller (55), Quirós (39), Mieres y
Turón (54), Villaviciosa (56), Onís (74), monasterio de Vallelonga, Neira,
Sarria, Flamoso de Perellinos, Aviancos ya fuera de Asturias
Estos emplazamientos
abren el abanico de proyectar sobre ellos otras trazas camineras en parte
coincidentes con viales de comunicación entre los cuales destacan los
ejes que vienen de la meseta, como el que viene por Lena y Mieres, (actual
Camino del Salvador), con dos puntos salvadoreños como San Salvador de
Cabanillas y San Salvador de Mieres y una colegiata como Arbas, luego están
Turón y Quirós, territorio este último por el
cual cruzaran las reliquias traídas hasta Asturias, lo que se hace
por el puerto de Ventana a través de la calzada romana que enlaza los
emplazamientos religiosos de Trobaniello y Porcinera, lo que ya citara Uría Ríu
en sus trabajos, y cuyas reliquias llegaron para conformar el tesoro
real y religioso que se ubicará en la catedral de San Salvador de Oviedo
Por ejemplo,
sorprende la presencia de un hospital en Onís, pero si tenemos en cuenta que
hubo un tránsito a través de la vieja Calzada romana de Jana, que luego
conformaría en tiempos jacobeos del trazado llamado Camino de los Francos, que
desde San Salvador de Abándames (Peñamellera Baja) se une mediante una traza
que se abre paso por la depresión mesoterciaria que presenta la presencia del
río Cares y la Sierra del Cuera uniendo San Salvador de Oviedo, a través de
enclaves como San Salvador de Plecín, Abamia, Cangas de
Onís y el monasterio de San Pedro de Villanueva, punto de enlace con
otra gran vía como la Saliámica cuyo trazado de conexión era el Camino Real de
Amieva.
Llegados al año 863 Aporta nuevos hospitales, ligados a buen seguro
que a pequeños como los
de Trubia (44), Nora (37), Nava (61), Maliayo (56), Cazanes (56), Pialla
(65). En el 889 Aquilare (73), Maliayo (56), Tinegio (22), Monasterio de San
Esteban de Elaba,[10] junto
al río Narcea (24), Somorrostro, Galicia.
Evidentemente se va
reforzando una vía central donde Villaviciosa juega un papel importante,
primero con hospitales como los de Santa Mera, luego el de Camoca y así hasta
este nuevo enclave en Cazanes, ignorando si esa cita de Villaviciosa (Maliayo),
que se repiten en otras ocasiones es distinta, algunos de todos estos
equipamientos se van constituyendo en los márgenes de nuevos ejes camineros y
peregrinos como el que hoy ocupa el llamado Camino Primitivo.
Situados en el
reinado de Alfonso III, es decir entre los años 891 al 896 se articulan
diversos hospitales, algunos ya citados, como Maliayo y Camoca (56) (al igual
que en el 793); pero en ese primigenio eje hacia Fonsagrada nos encontramos con
varios hospitales uno en Pravia (28), otro en Cornellana (24), y el de
Salas (24), luego ya en Luerces (38) San Tirso y el Castillo (44) en el concejo
de Oviedo.
Puede parecer extraño
que antes del fenómeno jacobeo, se hayan dado trasiegos importantes en el
territorio asturiano, y personalmente creo que sí los hubo, aunque la
publicística jacobea actual quiera ligar Oviedo como origen de la peregrinatio en
base al Camino Primitivo, cuando en realidad es que hubo una antigua
peregrinación ligada a las Reliquias Santas contenidas en la vieja catedral
prerrománica de San Salvador de Oviedo que ya en el 821 se supone que estaba
terminada, tras la destrucción de la anterior levantada en tiempos
de Fruela I y destruida por los musulmanes en 794.
La presencia de estas
reliquias tenían un vasto campo por el cual prodigar su
importancia, no olvidemos que desde el siglo VIII y IX se venía dando un flujo
comunicacional importante entre Asturias y el resto de los territorios, como
bien demuestra el intercambio cultural entre la cortes asturiana y por ejemplo,
la carolingia lo cual deja entrever la intensidad de los contactos, por ejemplo
los intercambios eclesiales como los que mantuvieron personajes de tanta
relevancia como Alcuino de York y Beato de Liébana, no es que tales
contactos fueran frecuentes ni mucho menos, pero dejan de manifiesto
que el reino visigodo astur tenía su plaza en este campo de la estrategia
política y territorial. Digamos que fue campo de una evolución donde «Ovetum pasó
a ser un día corte de reyes con Fruela I, a ciudad de obispos con Alfonso II, y
convertido de hecho en metrópoli con este rey, y lo fue de derecho por concesión
pontificia con Alfonso III».
El cambio de tercio. El comienzo de la era
jacobea con Alfonso III
A finales de siglo IX
empieza a darse en la región astur algún que otro levantamiento de iglesias
bajo la advocación jacobea como la de Santiago de Cerredo 883-889 o la de
Gobiendes que se hace en el 981, lo que deja de manifiesto que, pese a la
presencia del Rey Casto en Santiago, la devoción jacobea no parece manifestarse en la región de forma paralela, esa implosión explota a partir del 950, o sea
cien años más tarde del descubrimiento de la tumba del apóstol.
A partir de esa
fecha empieza una auténtica fiebre jacobea en Asturias, que pasa a expresarse,
no como sucedió bajo las advocaciones dedicadas a San Salvador con el
levantamiento de monasterios, sino mediante la construcción y levantamiento de
iglesias y ermitas como las de Santiago de Sariego, la de Viescas en Salas, o
las de Ambás y Cores en el valle de Carreño.
Estas iglesias van
delineando las trazas jacobeas de futuro así aparecen iglesias como Santiago de
Arriba en Luarca, la de Linares en Pola de Allande y la en Villar de Sapos,
también tenemos en ese mismo momento las iglesias de Santiago de Degaña, y la
de Cibea en Cangas de Narcea, o la Infiesta en lugar de La Mata (Grao).
Estas construcciones
delimitan, como digo es Camino de Santiago que cruza de Este a Oeste la región
como Santiago del Monte en Castrillón, luego hay otras advocaciones que han
quedado en caminos marginados como sucede con la iglesia de Ambiedes en Luanco,
o la iglesia de Candamo, o la iglesia de Santiago en Peón (Villaviciosa), que
está situada al pie del ramal, tan actualizado hoy como es el enlace o etapa
del Camino de la Costa o del Norte entre Villaviciosa y Gijón.
Esto nos demuestra
una vez más que la presencia jacobea en algunos territorios fue más bien tibia,
y que fue retomada y relanzada por monarcas astures en su última fase como
reyes astures como sucedió con Alfonso III, llamado el Magno,(852-910) el
cual rebasó la prebenda de su antepasado Alfonso II en Compostela, que dejó una
sencilla ermita como seña de reconocimiento tras la Inventio Sancti
Jacobi, ahora el Adefonsus totius Hispaniae imperator, va
más allá y ordena levantar una segunda basílica en Santiago, a
donde irán otros reyes como Fruela II y Ramiro II, pero ya serán
reyes leoneses.
Sin embargo, durante
el reinado de Alfonso III, no solo se reforzarán estas cuestiones religiosas,
sino que dejará su sello en un nuevo modelo dentro de la arquitectura religiosa
asturiana, la llamada «etapa postramirense» la cual representan edificios como
San Salvador de Valdediós, Santo Adriano de Tuñón, incluso dentro de ese modelo
se encuentra la basílica de Santiago de Compostela.
La evolución
hospitalaria en Asturias en tiempos jacobeos
En esa misma época en
que reina Alfonso III, se deja notar a su vez un cambio importante,
pues si antes la persistencia de alojamientos para peregrinos fue
importante será a partir del 905 cuando este afán constructivo se constate con
el emplazamiento de los siguientes hospitales en la región:
Naranco y Santullano en Oviedo (44), Tiñana (51), en Luanco
y Quiloño (35), Avilés (40), en Pravia y Agones (28),
Murias (33), Cadavedo (21), en Maliayo, Santa Mera,
Selorio y Cazanes (56), Sátava (Lastres) (64), Lavandero (Salas)
(64), Aller (55), Orna (48), Lena varios más el Bendueños (48),
Quirós (Nimbra) (39), Tineo (22), Porcía (10), Pravia (28).[11]
Luego habrá dos
fechas más muy significativas ya con el reino en León a donde se traslada la
corte en el 914, de esas dos fechas una es el año 921 en cuyo momento se
citan todos estos hospitales: Lugones y Meres, Granda, Siero, Anes
y Celles (51), Lugo (43), Prámaro (29), Peñaflor (29), de nuevo
Maliayo junto con Poreño y Peón (Santiago) Miravalles, a lo que hay
que sumar Sariegomuerto, Camoca, y Priesca (56) toda una potencia hospitalaria
junto a Colunga con Pernús, Orres, Gobiendes y
el monasterio de La Isla (64), luego viene Caravia
(Prado) (67), Uzio en Ribadesella (70).
Ya en el año
926, se dan como hospitales que recogen a los egeni peregrini los
siguientes uno en Oviedo con la inclusión de Limanes y Colloto (51),
también en Andallón (37), luego se reforzará la zona del eje del Camino de los
Francos con establecimientos en Borines, Argándenes, Infiesto, Ovana y Beloncio
(65), lo cual hace de Piloña otro interesante eje peregrino; el listado
continúa con Cangas de Onís que suma el de la villa al de Margolles y Triongo (71);
vendrán a continuación los de Belamio (74), Viavaño (68), Ardisana y Llanes
(72) completan la nómina del Oriente astur, y repite Porcía (10), junto a
Salave y El Monte (7), Miudes (10), Tol (4), Serantes (4), cierran la
aportación por el suroccidente costero
En fechas posteriores
irán apareciendo hospitales de forma más salteada entre ese período
que va desde el año 942 hasta el 1090, pero ya las aportaciones vienen muy
aisladas, uno o dos establecimiento en cada momento, y este hecho resulta paradójico,
pues mientras en el año 950 se da toda una expansión en favor del culto a
Santiago en el seno de la región expresado en el levantamientos de iglesias y
ermitas por el contra el desarrollo de establecimientos de ayuda al
peregrino es más escasa en el año 942 se recoge el de Triongo y en
el años 951 Semproniana en Tineo que ya existía, luego en el 967 un hospital en
Grao y otro en San Pelayo en Taramundi, y en el año 972 de nuevo
hospitales en Tineo, en Borres, y en Grandas de Salime.
A partir del 976 se afianza
el eje peregrino de la costa occidental asturiana, con los hospitales de
Cartavio Jarrio y Folgueras y Porcía sitos en los concejos de Coaña y el
Franco, que en el año 1000 esta zona contará con el apoyo de los hospitales de
Tox y Luarca concejo de Valdés, y luego otros dos más en Tol y Barres concejo
de Castropol.
Es de esta manera es
como nos encontramos con el desajuste que hacía notar en el arranque de este
texto, donde vemos como la devoción religiosa acerca del fenómeno jacobeo no va
de la mano del desarrollo hospitalario, y podemos ver que el eje
jacobeo que cruza la región está solo sustentado por una parte de
los equipamientos hospitalarios, ya que el resto se reparte por otros flujos
camineros de la región, y se ha visto o lo je intentado hacer ver que antes que
la afluencia peregrina jacobea, hubo otra anterior ligada al prerrománico
asturiano y sustentada bajo la advocación a San Salvador y como
cabeza de puente la figura de la catedral de San Salvador de Oviedo.
Téngase en
cuenta el estado de la cuestión que un investigador como Juan
Ignacio Ruiz de la Peña, que es toda una referencia en la historiografía
jacobea, en su trabajo Peregrinación y hospitalidad:establecimientos
benéficos asistenciales en los caminos asturianos de la peregrinación, hace
arrancar la nómina de fundaciones en el año 1033 con el hospital de La
Cortina junto al río Aller y dice « De aquí a finales del siglo XII se
documentan en la región una quincena de centros hospitalarios de los que existe
una información muy lacónica»[12]
Es más, el trabajo de
Adeline Rucqoy, investigadora del CNRS de París: Hospities seu
peregrini. Itinerario de peregrinación en la alta Edad Media (850-1150)
pese a la fecha de su datación hace verdaderos saltos sin que aporte novedades
acerca de esas primigenias fechas para terminar situándose en el reinado de
Alfonso III, mencionando una donación en el 886 al altar de Santiago y a los
monjes de una salina «para alimentación y subsistencia de los
monjes, los pobres y también forasteros - peregrini-.
Y aquí lo dejo, para
que se ve a la dificultad que tenemos a la hora de hablar de peregrinos y
peregrinajes.
Victor Guerra
[1] Fernández
Conde, F.J. La documentación escrita sobre el Camino Primitivo en Los
Reyes de Asturias y los orígenes del culto a la tumba del apóstol Santiago. 2017.
Pág37.
[2] Sanchéz
Sanchéz, Xosé M. Informaciones históricas de la Inventio. Un status
quasestionis. Separata Annuarium Sancti Jacobi,.nº1. 2012.
[3] Márquez
Villanueva, Francisco. Santiago: Trayectoria de un mito. 2004.
Pag 142.
[4] González Dávila
Gil, Teatro eclesiástico de las iglesias catedrales y metropolitanas de
los reynos de las dos Castillas, v. iii, Madrid, 1650.
[5] González
García, Vicente José. El Camino de Santiago a partir de su origen en
Oviedo. Oviedo Pag
[6] Sanz Fuentes,
María Josefa. «El testamento de Fakilo. Datos históricos: el documento más
antiguo», Revista Libardón, 1957, pp. 5-7; del segundo en Basilisco
8, pp. 78-84 y del undécimo en Magister 5, p. 283
[7] https://visitarasturias.blogspot.com/2016/06/camin-real-del-sellon.html
[8] https://www.elcomercio.es/planes/olvidada-calzada-romana-20200131003951-ntvo.html
[9] http://cottonio.no-ip.org/llomba/index.html
[10] La iglesia de
San Esteban de Alava o Elaba como figura en la donación efectuada a la Catedral
de Oviedo (Liber Testamentorum) aparece mencionada con fecha 15 de
febrero del año 889. De nuevo vuelve a aparecer citada en la donación efectuada
por Alfonso III el 5 de enero del año 905 (Monge Calleja). Es donada en 1122
por el conde Suero y su esposa Enderquina al Monasterio de Belmonte (Iglesias
Rodríguez) y posteriormente se incluye entre las iglesias del Arciprestazgo de
Salas recogido en el Libro Becerro de la catedral de Oviedo
1385 - 1386 (Fernández Conde)
[11] Esta
donación del año 905 es una de las más importantes porque contiene la donación
de Alfonso III y la confirmación de las donaciones de los reyes anteriores. La
copia del siglo xiv, hecha en tiempo de don Gutierre de Toledo, aclara la no
falsificación del obispo don Pelayo, ya que en esa fecha hay en el archivo un
«original principal», «muy antiguo», que no permiten sacar del archivo por
temor a que se pierda. Está «scritpo en pergamino e signado de tres signos».
Solo permite el cabildo que se copie «verbum ad verbum»: «palabra por palabra»,
salvando al final las deficiencias del copista. Nota del autor de El
Camino de Santiago a partir de su origen en Oviedo.
[12] Ruiz
de la Peña Solar, Juan Ignacio. Las peregrinaciones a San Salvador de
Oviedo en la Edad Media. 1990. Pag. 152
Victor
Guerra
Comentarios
Publicar un comentario